La temperatura y la humedad son los factores climatológicos que más incidencia tienen sobre nuestros instrumentos.
Normalmente si son de madera están construidos en granadillo negro, una madera del centro-sur de Africa, que debido a sus características es ideal para la fabricación de instrumentos de viento, ya que tiene una permeabilidad baja. Es decir, absorbe menos la humedad. Es una madera muy oleosa y no sufre en estados de humedad alta.
El problema es que las fábricas suelen estar en lugares con clima continental interior más seco que el Español, por lo que cuando los instrumentos llegan a España se hincha la madera y se producen fallos en las espigas y con uñas frecuencia de la que nos gustaría rajas.

El nivel óptimo de humedad relativa para un instrumento está entre 50% - 60%, y está bien entre 40% - 70%.
Pasar un tiempo puntual a niveles superiores a 70% no suele suponer un problema, pero cuando de forma prolongada se expone a niveles de humedad inferiores a 40% las consecuencias pueden ser catastróficas.
Por ejemplo el Auditorio Nacional de España es un lugar en el que está todo el día el aire caliente encendido, lo cual hace bajar la humedad mucho. Como resultado he llegado a conocer clarinetes bajos agrietados.
En cuanto a la temperatura podemos considerar como óptima entre 19º – 24º grados. Debemos evitar cambios bruscos de temperatura, y sobre todo, tocar a temperaturas bajas (menos de 18º), ya que la diferencia entre la temperatura interior del instrumento y la exterior, puede ser desastrosa para la madera.
Es importante no olvidar el instrumento en el coche, sobretodo en verano, y evitar la incidencia del sol de forma directa. Podría alterar la madera de forma importante y desafinar el instrumento.
(Fuente: clarinetclinic)
